Silencio, niños - Ema Wolf
La Momia entró a la clase y todos se pusieron de pie. —Buenas tardes —saludó. —Bue - nas - tar - des - se - ño - ri - ta —le contestaron. La Momia se puso los anteojos, sacó el registro del escritorio y empezó a pasar lista: —Drácula. — ¡Presente! —Frankestein. — ¡Presente! Y siguió: — ¡Garramunda! — ¡Pdecente, ceñodita! —le contestó una bruja ceceosa. — ¿Dónde está el Lobizón? — preguntó la momia de repente— ¿Hoy también faltó? Un espectro verdoso se levantó de su asiento y dijo respetuosamente: — Sí, faltó. Me mandó decirle que su abuelita todavía está enferma. En el fondo del aula dormía un joven ogro. Roncaba como un santo. Era uno de los más grandes y había repetido catorce veces primer grado. La Momia lo despertó tirándole un borrador en la nuca. Era su alumno favorito. Por fin, todos estuvieron listos para empezar la clase. No volaba una mosca. La Momia se plantó frente al pizarrón y se aclaró la garganta: —Buem. Abran el manual en la página 62. Hoy vamos a aprender a atrav